domingo, 18 de enero de 2015

Frankenstein

Frankenstein de Mary Shelley

http://reportefrankenstein.blogspot.com.es/2007/06/personajes.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Frankenstein_o_el_moderno_Prometeo

http://es.wikipedia.org/wiki/Frankenstein_(pel%C3%ADcula_de_1931)
http://es.wikipedia.org/wiki/Frankenstein_de_Mary_Shelley        











Frankenstein narra la historia del doctor Victor Frankenstein y la monstruosa criatura que crea. Bajo esta aparente simplicidad, el relato esconde una compleja y rica red de significados ya que muestra tanto los principales debates estéticos, filosóficos, científicos, sociales y políticos de su época como las obsesiones y problemas personales de su autora. 
Mary, hija de una familia de la aristocracia cultivada inglesa, toma su apellido de su marido, Percy  Bysse Shelley. 
Al parecer durante una noche de tormenta Lord Byron, los esposos Shelley y el doctor Pollidori decidieron jugar a escribir cada uno "una historia de espectros". Y de ese juego nació el mito de Frankenstein, la historia de una demoníaca construcción humana que encarna el mito de "monstruo de la razón" a la vez que representa la soberbia y la temeridad de arrebatar a Dios la facultad de crear vida. 

Género

Novela gótica tardía cuya principal finalidad es la advertencia moral de los peligros que se ocultan tras una práctica irresponsable de la ciencia y la tecnología modernas, esta conclusión, con ser cierta, simplifica demasiado los valores de la obra. La inmortal obra de Mary tiene mo primera fuente de inspiración el mito clásico de Prometeo. Este mito fue influyente en el romanticismo, y otros románticos como Goethe, Lord Byron y Shelley, por nombrar algunos, interpretaron a Prometeo como personificación del genio rebelde de los creadores. Su más importante modelo literario es El paraíso perdido de John Milton. Una de las lecturas fundamentales en la formación del monstruo será este poema, porque en él verá reflejado su triste condición: él, creado por Victor Frankenstein, con poder de crear vida, ha actuado a semejanza de Dios, ha sido abandonado, expulsado del Paraíso como lo fue en su día Adán y Eva. Aún peor: su exilio es más desolador porque carece de compañera, por lo que, arrojado a vivir en un mundo que lo desprecia por su apariencia de la que no es responsable. 
A esta novela se la ha considerado como precursora del género de ciencia ficción. Pero las dos etiquetas, gótica y de ficción, en realidad no determinan bien su especificidad.
Los Shelley eran grandes aficionados a la novela gótica, y los rasgos de este tipo de novela son en la obra indudables: magia, misterio, terror, la unión del sexo con la destrucción y la muerte. Esta faceta destructiva de la sexualidad se manifiesta desde el propio origen del monstruo ( donde la mujer carece de papel), un correlato del impedimento de la procreación natural. También, la autora, aprovecha las asociaciones del género gótico con la magia y el ocultismo, aunque desplazados hacia los estudios de las ciencias naturales.
La novela gótica también explota los prejuicios contra los países católicos del sur de Europa, de donde procede la perversión ( Inquisición, Maquiavelo, Felipe II,...); sin embargo , los Shelley invierten esta convención: Italia es lo contrario, el lugar de la claridad, el amor, el sentimiento; mientras que el norte es el frío, la oscuridad y los abismos de la racionalidad. La novela rompe con lo gótico en su renuncia al exotismo y su propuesta realista, pues los paisaje son descritos desde la experiencia de los viajes de la autora. La escenografía posee un simbolismo que se construye siempre desde la detallada representación realista del paisaje. 
También se crea el contexto social: Frankenstein pertenece a una familia de la burguesía ilustrada de la cuna del filósofo Rousseau, quien defendió la teoría del buen salvaje que se desarrolla en la novela: el ser humano (en este caso el monstruo) es bueno por naturaleza, y es la sociedad la que, con su comportamiento, lo desvía de esta condición.
 La novela combina las convenciones de la novela gótica 
con la novela sentimental. De la novela sentimental , la autora adopta convenciones formales como la narración realista, la verosimilitud, la presentación de personajes cotidianos y la finalidad moral. Determinados personajes y espacios deben su aparición y tratamiento a este molde de lo sentimental, como la figura de la madre en tanto que centro de la familia y creadora de un espacio de armonía con respecto a la infancia y juventud de Victor Frankenstein. El entorno familiar y las virtudes domésticas se convierten así en un espacio cerrado cuya estabilidad armoniosa inicial viene a representar el modelo ideal de organización social; incluso el monstruo basa su aprendizaje en el núcleo familiar de los De Lacey. La novela sentimental terminaba por proponer siempre una restauración o reconciliación familiar que superaba las dificultades o amenazas que dicho modelo familiar podría sufrir. Si embargo, Mary trastoca este modelo con el desarrollo de la novela gótica, que permite que el mal haga su aparición como fuerza capaz de arrollarlo todo, destructora de la unidad familiar. En paralelo a esta irrupción, una serie de espacios inversos a los espacios domésticos acompañan a la presencia del mal: escenarios inhóspitos, solitarios o abandonados, castillos, cementerios, grutas, iglesias.
El género gótico viene a contrarrestar la temática y desarrollo sentimental. Cuestiona las conclusiones derivadas del pensamiento racional, como esas visiones utópicas acerca de la supuesta bondad intrínseca al ser humano, los límites que ha de tener el conocimiento científico como valor supeditado a las normas morales o a la justicia como mecanismo de control social. 
La síntesis de procedimientos de ambos géneros, sentimental y gótico, se convierte en una cuestión estructural básica que permite establecer una serie de dualidades y contraposiciones que organizan la trama de la historia. La terrible maldición que recae sobre el linaje de los Frankenstein , como resultado del deseo de venganza del monstruo, imposibilita que Victor F. pueda reproducir un ámbito doméstico como el que vivió durante su infancia. 

Estructura de la novela.

La estructura de esta novela es importante no sólo porque organiza con brillantez la historia, sino porque con su utilización de múltiples narradores, con la posibilidad que se da para que distintas voces ofrezcan su perspectiva del mundo en que viven. El mundo se organiza como un sistema de experiencias contradictorias, algo fundamental en el proceso de aprendizaje de todos los personajes; el propio Victor Frankenstein quiere ser un nuevo benefactor de la humanidad y sólo consigue, con su comportamiento irresponsable, traer dolor y la muerte al seno de los suyos.
La experiencia con el fuego, símbolo de Prometeo, de la civilización del ser humano, es la misma que se amplía cuando la criatura reflexiona acerca de otra paradoja: la que el saber no implica necesariamente la felicidad. Quizá la imagen más reveladora de la condición del alma humana se aquella que, al cierre de la novela, aúna el fuego de Prometeo con el hielo de la muerte. La novela se estructura a partir de una larga serie de oposiciones que, como una especie de juego de espejos, donde los personajes van compartiendo atributos que nos conducen a identificarlos. 

El tema de las apariencias

La novela se escribe en un momento decisivo de la historia de Europa, sometida a drásticos cambios sociales y políticos. Cambios que interesaban a los románticos como Percy Shelley, lord Bayron o la propia Mary, que deseaban una transformación que condujese a un mundo más justo y solidario. Se trata del mismo impulso que guía al propio Victor Frankenstein cuando inicia su fascinante experimento: la búsqueda de una nueva especie feliz y sublime, superadora incluso de la peor de las limitaciones, la muerte.Muchos elementos de la novela apuntan en esta dirección, por ejemplo , la insistencia en el tema de la justicia (se ve que el sistema judicial puede cometer atroces injusticias: cuando los tribunales se enfrentan Justine, el mercader turco...el propio Victor, tanto cuando juzga a la criatura como cuando es juzgado él mismo.
Ahora bien, lo que desarrolla la novela es más complejo, porque la figura de Victor es la de alguien que actúa irresponsablemente, que no asume las consecuencias de sus propias acciones. La autora quiere advertirnos de que la conquista de la felicidad es un camino difícil que debe superar uno de los mayores prejuicios que tiene el sistema social y que ella mismo vivió en primera persona: las apariencias. 
En este sentido, la autora proyectó sobre su creación algunos elementos básicos de su propia biografía: su orfandad, el carácter autodidacta de la educación de varios protagonistas. Incluso se ha interpretado que detrás de la ausencia de una figura femenina en la concepción de la criatura por parte de Victor, se halla los miedos de la autora acerca de la maternidad ( causante de la muerte de su madre  y los desafortunados embarazos y muertes prematuras de sus hijos)
La novela nos habla de que la realidad es un sistema de apariencias que puede engañarnos, como de hecho ocurre con el propio monstruo y su creador. El monstruo contiene una esencia bella, igual que la belleza de Victor oculta una monstruosidad indudable, ambos son capaces de contener, al mismo tiempo, lo más sublime y lo más abyecto.

Límites de la ciencia

La obra de Mary Shelley recoge también en su novela la querella científica. En la figura de Victor se encarna el debate entre dos formas de búsqueda del conocimiento: la que partía del mundo precientífico (el de la magia y la alquimia) que es origen a su vez de la otra forma , basada en una comprensión científica experimental y materialista. La pretensión de crear un ser humano de manera artificial no ha de entenderse como una cuestión abordada desde la fantasía, sino como una posibilidad planteada en los círculos filosóficos y científicos de la época.
Mary Shelley no critica aquí al conjunto de la ciencia sino que avisa de los peligros de una práctica científica que se olvida del interés común y no se hace responsable de sus propias creaciones cuando cae en los propios prejuicios sociales. Frankenstein rechaza a su propia creación cuando deja de aplicar la razón y se deja llevar por algo tan poco científico como la apariencia. Al rechazar al monstruo por su fealdad y abandonarlo pierde la ocasión de conocer la humanidad y belleza que también forman parte de la personalidad del monstruo. Este Prometeo moderno es castigado más por sus propias limitaciones y errores que por una divinidad superior que penalice sus actuaciones.
En definitiva, el mal no habita en el conocimiento científico, sino en el uso que, como humanos, queremos hacer de él.